martes, 24 de mayo de 2011

De cómo la música me hace pensar un poco...

No Te Va Gustar es una de las bandas uruguayas más escuchadas en Argentina, no me caben dudas. Tienen 6 discos en la calle, más dos DVDs, hace ya tres años inauguraron el Luna Park y en Uruguay le deben ganar en convocatoria a La Vela Puerca. Tienen temas que son hits y que poca gente en el ambiente del rock no conoce.
Lo que parte de su público puede ignorar es que NTVG, hace dos discos atrás, sufrió una pérdida que considero lamentable y afortunada a la vez. Hace 4 años la banda hizo recambio de bajo y batería, y esto no sería un evento mayor de no ser porque se fueron dos de los tres fundadores de la banda. Y más aún, se fue el bajista de la banda con bajo más participativo que conozco. Claramente no es un evento menor.
De la ida de Mateo Moreno y Pablo Abdala de la banda resultó “El camino más largo”, 5ta placa discográfica de No te va gustar y una de las más vendidas. Y también resultó “Auto”, el primer disco de Mateo Moreno como solista. Por eso digo que la pérdida fue lamentable y afortunada: el aporte que Mateo Moreno le quitó a la banda, lo puso en un disco que a mí, particularmente, me encantó.
Pensar que en los primeros discos tenían un bajo muy participativo es asumir que había un exceso. Creo yo. Lo pienso en términos analíticos, no valorativos. Había un exceso de bajo. “Como brillaba tu alma”, el primer tema del segundo disco de la banda, empieza con un bajo que suena solito. Empieza con un mensaje al público: esto es así. Creo que el bajo tan presente, excedido, le agrega funk a una banda que se movía por todos los estilos. Una banda súper heterogénea. Pero además de su excedido bajo, Moreno compuso “Machete”, una especie de merengue que, la primera vez que lo escuché, pensé que se había infiltrado entre los temas de NTVG que estaban en mi playlist. Compuso “Esquimal”, que tiene una –no tan leve- reminiscencia a Soda Stereo. Abdala compuso “Voy”, un reggae con más influencia de Sumo que de Marley. Y, junto con Emi compusieron, los tres, “Cielo de un solo color”, el mejor candombe de todos los discos.
Y cuando Moreno y Abdala se fueron de la banda, esas cosas no pasaron más. En los últimos dos discos de NTVG no hay una sola chacarera, un cha cha cha, un solo tema que suene fuera de lugar. Los últimos dos discos de NTVG son mucho más rockeros y mucho menos experimentales que los primeros.
“El Camino…”, para mí, penduleó. Fue la prueba, diría. Estaban buscando cómo seguir después del cambio y fueron probando otras cosas, reafirmando cosas viejas y buscando un lugar donde pararse. Porque ellos ya tenían una identidad de banda: heterogéneos, súper prolijos, con la matemática exacta de que nada sobre ni nada falte en ningún disco. Creo que lo único que siempre le faltó a la banda fue que Emi le pusiera un toque de onda en el escenario. Pero, por lo demás, tenían todo. Y en “El camino...” se les corrió un poco el eje y tuvieron que reacomodarse.
Esto es más claro si vemos cómo empieza el disco. La primera canción, y la que le da nombre al disco (o cerca), suena a “Pensar”, esa cosa electrónica que Emi inauguró en “…inflamable”. Y usa la primera persona del plural: es un nosotros no inclusivo que habla de ellos, de la banda. Ellos como grupo, o como cuerpo social, o vaya a saber, pero ellos. Es casi un manifiesto: como hace La Vela Puerca en su primer disco (en el que abundan el “yo” y el “nosotros” no inclusivo), acá NTVG está diciendo: “bueno, esto somos nosotros ahora”.
Por otro lado “Auto”, la creación de Moreno, no pendulea, para nada. “Auto” es un disco que reventó para todos los costados, se desparramó. El creador tomó impulso y, en el envión, compuso un disco. Y acá también el primer tema es un manifiesto, pero en este caso es mucho más claro. “Desierto digital” empieza diciendo “Vuelvo a ver la mitad de mí / que dormía en mí / tan callada”. Es el artista que recuperó su autonomía y ahora es completo.
Todavía no tuve la posibilidad de escuchar “Calma”, la segunda placa de Mateo Moreno. Me imagino que es menos impetuosa que la primera. “Auto” tiene todo lo que NTVG no tiene más. Todo ese exceso Moreno se lo llevó para hacer un disco que anda por todas partes sin anclar en ningún lado. Y no es una crítica sino, por el contrario, una semblanza. Mateo Moreno no se redefine porque en verdad no busca definirse. No pendulea porque no está buscando su eje, más bien pareciera que está rompiendo otros ejes.
Creo que “El camino más largo” y “Auto” son dos placas para escuchar haciendo shuffle, y tratando de adivinar qué tiene uno que le falta al otro. Nunca dos discos tan distintos fueron tan complementarios.

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